La lucha continua

Sigo peleando por ganarle la batalla a mi lesión de humero, que debe ser la más chunga que han visto los médicos jamás, porque no se cansan de decírmelo. No deben estudiar nada de psicología, porque sólo saben comerme la moral con el tema.
Mi estado general es mejor, sobre todo porque puedo andar y hoy es el primer día que estoy escribiendo a dos manos con mi portátil.

No obstante el tiempo ya va pesando y el que queda se hace más largo, sobre todo por las incertidumbres, de si harán falta más operaciones y peores, pero la vida es así y tiene sus dosis de sufrimiento y ahora nos toca esto, a mi y a los que me quieren, porque, de lo que si me he dado cuenta es de que, no todos los que me rodean me quieren, y por otro lado también he descubierto quienes son los que realmente me quieren y se preocupan por mi, por mi, no por el que dirán o por quedar bien. Hay demasiada gente que no es capaz de mirar más allá de su propio ombligo, yo mismo, sin ir más lejos, antes de que me pasase esto, estaba sumergido en mi propio egocentrismo, pero si hay algo que se, es que después de ésto ya no seré el mismo ente narcisista. Desgraciadamente, hay que vivir determinadas cosas para poder entenderlas.

Cuando vuelva

En mi estado, el cual he decidido definir como de bebe-perro-anciano, ya que tengo las mismas dependencias de un bebe, los mismos problemas de un anciano y hay que sacarme a pasear, al menos dos veces al día como al cánido, he decidido identificarme con varios supuestos:

Estoy un período a la sombra, como si mi residencia fuese una carcel.

Estoy de embarazo de riesgo y espero tener el retoño lo más prematuro posible.

O podría ser el personaje de este anuncio, que espera, algún día volver a saborear lo auténtico en la libertad y seguridad del hogar que le espera, cuando vuelva...

Cuando yo vuelva...

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