Quiero resetear con muchas cosas sin que por ello tenga que empezar de cero, quiero como en muchos juegos de ordenador, empezar una nueva partida con la experiencia y los bonus ganados en juegos anteriores. La vida no lo permite, no permite resetear, es un juego de una sola partida donde todo lo que hacemos o no, tiene consecuencias en el camino que seguiremos y en el objetivo que persigamos.
Lo malo es que la partida que jugamos no depende sólo de nosotros, nos limitamos a intentar hacer lo que se supone que debemos hacer, pagamos el precio que debemos pagar y luego nos lamentamos o enorgullecemos de las consecuencias.
Todos deberiamos tener el derecho a resetear nuestras vidas sin más consecuencia que el hecho de tener que andar un nuevo camino, sin ninguna parte del anterior.
Porque a mi, la vida se me escapa entre los dedos como si intentase contener entre mis manos la mayor cantidad posible del líquido elemento.
Cuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones para reír.
Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años.
La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes.
La vida es un aprendizaje de renunciamiento progresivo, de continua limitación de nuestras pretensiones, de nuestras esperanzas, de nuestra fuerza, de nuestra libertad.
Lo mejor es salir de la vida como de una fiesta, ni sediento ni bebido.
Cuando más desquiciada está la vida de la mente, más abandonada a sí misma queda la máquina de la materia.
La vida es tan amarga que abre las ganas de comer.
La vida consiste no en tener buenas cartas, sino en jugar bien las que uno tiene.
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