Aquellos maravillosos momentos

Dado lo variado de mi trabajo, en ocasiones tengo la posibilidad de pasar por esos lugares anónimos testigos de mi niñez y adolescencia, una de las ventajas de seguir viviendo en el lugar que te vio crecer. No puedo evitar recordar situaciones de las que esa esquina, o esa vía, o ese árbol fueron testigos y que ahora, me encantaría poder repetir. La pena es que esos momentos de la vida a los que no damos importancia cuando ocurren, luego se recuerdan y añoran e incluso se desean repetir, pero la vida no lo permite, la persona cambia, el tiempo es otro y la percepción del mundo que nos rodea también. Una pena no poder volver a vivir determinados momentos pasados para saber apreciarlos como ahora se sabe pero desde la perspectiva que se tenía.
Tal vez, con sólo poder vivir como mero espectador aquellos momentos, sería nostálgicamente feliz, pero lo que más echo de menos, es la falta de preocupaciones reales y la sensación de fuerza ilimitada para vivir que entonces tenía.

Con que intensidad vivía todo lo que me ocurría entonces, y lo mejor, vivir sin la espada de Damocles del tiempo colgada sobre mi cabeza...

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que es un error pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. El tiempo y la naturaleza humana dulcifican los recuerdos, esto, sin embargo, no quiere decir que aquellos momentos no fueran maravillosos....
Ahora tienes esos sentimientos con respecto a las cosas que te pasaron en la niñez, y piensas que no las viviste con la intensidad adecuada y te encantaría volver a ellas, dentro de unos cuantos años recordarás de igual forma los momentos que vives ahora, y dime, ¿los estás viviendo con la intensidad y la fuerza que merecen?, ¿tropezarás dos veces en la misma piedra? (al menos cuando eras un niño no eras consciente de que esas cosas pasan, pero ahora sí lo sabes).

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