El otro día me volvió a ocurrir, me llego otro de esos momentos de calidad, que ocurren sin premeditarlos, otro de esos momentos cuyo tiempo vale su peso en oro en la vida, 2,3 o 4 horas en las que uno se siente bien por vivir, por estar vivo y por haber conseguido y mantenido lo que disfruta, algunas cosas materiales, pero lo más importante, las cosas que no son materiales, las que la vida por si misma le da a uno. Fue uno de esos momentos que me prometí recordar el día en el que ya no pueda repetirlo, aunque quizá ya sea imposible repetirlo.
Lo cierto es que llevaba mucho tiempo sin tener un momento como aquel, de esa intensidad feliz, una pena, porque la vida debería estar llena de momentos como éste.
De esos momentos cuyas imágenes y sensaciones quedarán para siempre en mi álbum fotográfico mental, es curioso, cuando algo me gusta de verdad, no me gusta hacerle fotos, prefiero que queden sólo en mi cabeza, esas son las fotos que más me gusta conservar como recuerdo.
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