La inercia de la vida...

Que poco me gusta cuando la vida se convierte en una consecución de costumbres, cuando el día a día consiste en ir pasando por marcas en el momento correcto.

Uno se levanta, desayuna, pasa por el baño, se viste, va a trabajar, café/almuerzo, comida, trabajo, "ya es la hora", a casa, atasco, es de noche, cena, rato TV, a dormir, uno se levanta...


y así, todos los días, luego llega el fin de semana (gran lujo que no disfruta todo el mundo) y hay que recuperar la alegría de vivir, "recargar las pilas" y volver a empezar.

Somo animales de costumbres, pero parece más bien, que las costumbres mecánicas nos convierten en animales de carga, en autómatas a los que no se les permite sentir, vivir, hacer lo que quieren cuando quieren, somos maquinaria útil al sistema, dirigidos por amos, que han descubierto que es más rentable hacernos creer que somos libres que darnos con el látigo. Es más fácil ponernos zanahorias difíciles de alcanzar a cada etapa, que utilizarnos amedrentándonos. ¿Quieres vivir?, necesitas una casa: paga, para pagar, gana dinero, para ganar dinero, curra..., ¿Quieres comer?,... idéntico resultado.

Nos hacen creer que somos libres, pero en realidad, vivimos en una libertad truncada por los que mueven los hilos, porque si de algo estoy seguro, es que alguien mueve los hilos, el que es rico, lo es, porque otro es pobre, el poderoso, es poderoso porque alguien esta bajo su control, y así un largo etc.

Y cada día es más difícil rebelarse, porque, los que mueven los hilos, promueven el individualismo, promueven que la gente no se agrupe, porque como se suele decir: "divide y vencerás".
Desgraciadamente, está en la naturaleza humana, como ya comenté en anteriores entradas, el intentar siempre "pisar" al prójimo en beneficio propio a la menor oportunidad.

Una pena, que permitamos que el mundo sea un territorio tan hostil para nosotros mismos, en beneficio de unos pocos que se aprovechan de dicha hostilidad.



Aconsejaría un libro, un enlace, un vídeo, una película, pero lo mejor que se me ocurre sería dar algún consejo, pero, me doy cuenta que soy yo el primero que no lo cumple ni cumpliría.
Si a alguien se le ocurre como darle la vuelta a la tortilla, que me lo cuente, estoy ansioso por plantearme otro camino...

Y como final algo más optimista, el futuro está en nuestras manos y el camino se hace al andar, como decía Antonio Machado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

dios, ¡qué depresión!

Anónimo dijo...

Espléndida reflexión sobre un tema que me toca de lleno últimamente. De un tiempo a esta parte algo se ha roto en mi interior y ya soy incapaz de dejarme engañar por “el sistema” (para entendernos y no hacerlo más largo de lo necesario). Antes me calzaba las orejeras de burro e iba tirando p’alante, pá que no m’espante. Pero las orejeras se han transparentado y no puedo evitar ver tanta insatisfacción y tedio vital a mi alrededor. Ya veremos a dónde me lleva esta crisis…

Porque ya he “tirado al monte” dos veces en mi vida y ambas fracasaron estrepitosamente. No es sencillo escapar al control de los titiriteros. Que se lo digan a mi amigo Salva, que él sí se echó al monte (literalmente) y se compró un terrenito en el culo del mundo, donde pretendía vivir ajeno al mundo, de su autocultivo y su pozo de agua fresca. Pero qué va, lo traían frito entre el catastro, la comunidad de regantes, la cooperativa agrícola, papeleos, cuotas, impuestos… hasta que se rindió a la evidencia: el Gran Hermano lo quiere controlar absolutamente TODO, y lo que pretenda escapar a su control lo declara proscrito. Ellos han hecho sus leyes (sean justas y nos gusten, o no) y el que no las cumple es un ilegal, y como tal es perseguido. Así de simple.

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